Rimbaud escribió entonces, esta pequeña joya, que fue publicada el 25 de noviembre de 1870, bajo el seudónimo de Jean Baudry.
Jean Jacques Lefrère, quizás el más grande biografo del poeta, ha dicho que es “un bello texto metafórico.”
A mi me ha encantado, y me ha sido muy útil para construir mi propuesta.
El sueño de Bismarck
Es de noche. En su tienda, llena de silencio y de sueño, Bismarck, con un dedo sobre el mapa de Francia, medita; de su inmensa pipa se escapa una voluta de humo azul. Bismarck medita. Su índice encorvado camina, sobre el papel vitela, del Rin al Mosela, del Mosela al Sena; con la uña, rayó imperceptiblemente el papel alrededor de Estrasburgo: continúa.
En Sarrebruck, en Wissemburgo, en Woerth, en Sedan, se estremece, el dedito encorvado: acaricia a Nancy, araña a Bitche y Falsburgo, raya a Metz, traza pequeñas líneas rotas sobre las fronteras, y se detiene...
Triunfante, Bismarck ha abarcado con su índice la Alsacia y la Lorena! - Oh! cuántos delirios de avaro, bajo su cráneo amarillo! Que deliciosas nubes de humo emite su pipa feliz!
Bismarck medita. Vaya! un enorme punto negro parece detener al índice retozón. Es París.
Así, la uñita mala, de rayar, de rayar el papel, de aquí para allá, con furia, - en fin, de detenerse... El dedo se queda ahí, medio doblado, inmóvil.
París! París! - Y bien, el buen hombre ha soñado tanto con los ojos abiertos, que, dulcemente, la soñolencia se apodera de él: su frente se ladea hacia el papel; maquinalmente, la cazoleta de su pipa, se escapa de sus labios, cae sobre el infame punto negro...
Hi! povero! abandonando a su pobre cabeza, su nariz, la nariz del Sr. Otto von Bismarck, se sumergió en la cazoleta ardiente Hi! povero! va povero! en la cazoleta incandescente de la pipa, Hi! povero! Su índice estaba sobre París! Se acabó, el sueño glorioso!
Era tan fina, tan espiritual, tan feliz, esa nariz de viejo primer diplomático! - Esconda, esconda esa nariz!
Y bien! querido, cuando, para compartir el chucrut real, usted regrese al palacio (...) con los crímenes de ... dama (...) en la historia, usted llevará eternamente su nariz carbonizada entre sus ojos estúpidos!
(Ilegible)
Ahí tiene! No había que soñar despierto!
Jean Baudry