"¿Por qué nos dedicamos con tanta energía a nuestro arte? No para enseñar a los demás, sino para aprender con ellos lo que nuestra existencia, nuestro organismo, nuestra experiencia personal y única tiene que ofrecernos; para derribar las barreras que nos rodean, y para liberarnos de lo que nos ata, para desterrar las mentiras que nos construimos diariamente para nuestro consumo y para el de los demás; para destruir las limitaciones causadas por nuestra ignorancia y falta de valor; en suma para llenar el vacio dentro de nosotros, para realizarnos.
Luchamos por descubrir, para experimentar la verdad acerca de nosotros mismos; de arrancar las máscaras detrás de las que nos ocultamos diariamente. Vemos el teatro como un lugar de provocación, como un desafío que el actor y el director, se proponen a sí mismos e, indirectamente, a otra gente.
El teatro solo tiene sentido si nos permite trascender nuestra visión estereotipada, nuestos sentimientos convencionales y costumbres, nuestros arquetipos de juicio, no solo por el placer de hacerlo, sino para tener una experiencia de lo real y entrar, después de haber descartado las escapatorias cotidianas y las mentiras, en un estado de inerme revelación para entregarnos y descubrirnos.
Así, mediante el choque, mediante el estremecimiento que nos produce abandonar nuestras máscaras y deformaciones, somos capaces, sin esconder nada, de enmendarnos a algo que no podemos definir, pero donde habitan Eros y las Cárites."
fragmento de "Hacia un teatro pobre" de Jerzy Grotowsky