El día dos de junio tras asistir a la representación y estreno de "Cómpreme el paraíso", las sensaciones acumuladas en este autor, fueron de vértigo, cuando no de estupor.
Ante el hecho teatral uno, casi siempre se deja vapulear por ese golpe de emociones a la que una buena función te arrastra. Obvio pues describiros cómo me sentí cuando vi con vida todas las palabras que había entramado para que este "Cómpreme el paraíso" tuviese el germen de una puesta en escena. Hoy se que mi trabajo ha pasado un test importante; una prueba a la que todo autor teme, pero al mismo tiempo anhela porque en ella es cuando una obra pasa su bautismo de fuego.
Agradecer asi, escribiendo o de palabra, es algo que a mi siempre me ha sonado a protocolo. Pero como también es verdad que lo escrito ahi queda, he de añadir que mis expectativas quedaron de lejos, sobrepasadas.
Siempre estaré en deuda con Ricardo por su fe en este texto; por la perseverancia que puso desde que fue publicada en montar su versión de esta historia dificil; por su más que digno trabajo; por la fidelidad mostrada al espíritu y letra de la obra y, sobre todo, por el gran esfuerzo que sé le ha supuesto capear con los temporales que todo montaje conlleva.
Y en el capítulo de agradecimientos, sería injusto pasar de puntillas sobre los que a la postre, han sido los dedos que han pintado en el escenario la obra de arte: los actores. Todos ellos saben personalmente de mi gratitud. Si la maestría de Mati y Fernando ha sido impagable, no lo es menos haber contado con el vigor y la frescura de Elena, asi como con el talento, frescura y valentía de un Saoro verdaderamente admirable.